miércoles, 24 de septiembre de 2014

No queda otra...


Y de nuevo la rutina
 Un año más,
Una vez más.

 Las calles como siempre
atestadas de coches.
 La basura en la esquina
apestando el aire.

Y yo intentando vivir otro

año sin ver el mar.
Si  sentir su rumor
Ni su olor.

Habrá que
 acostumbrarse
Intentar no naufragar
Y no ahogarse de pena.

No queda otra...

lunes, 22 de septiembre de 2014

Anoche, sin apenas darme cuenta se me escapó un poema. Lo vi pasar, de pronto, delante de mis ojos... y dejé que se fuera. No tenía ni la más mínima idea de que fuese mio. Hace demasiado tiempo que no veo pasar un poema ante mis ojos; fue tan extraña la sensación que ya no pude dormir en toda la noche y me dediqué a recorrer cada centímetro del techo por si alguna palabra se hubiera quedado pegada y pudiera darme alguna pista de sobre qué iba el tema. Pero nada. Ni siquiera de esa mancha de humedad de la esquina, junto a la ventana, esa que en otros tiempos llegara a inspirarme alguna que otra historia.
Pero ya digo. Mi inspiración sigue de vacaciones o declarada en huelga indefinida.
Cerraré los ojos de nuevo. Tal vez así consiga atrapar el sueño o en un descuido pueda atrapar ese maldito poema que tan sutilmente se  esfumó ante mis propias narices o a algún otro que se digne pasar ante mis ojos.

Adel

sábado, 20 de septiembre de 2014

Tiempo de vendimia

Tiempo de recoger el dorado fruto de la dicha así como también el morado, casi negro del dolor. Septiembre ofrece sus frutos al verdugo, como doliente reo al filo de la espada. Roja sangre de dorados racimos. Nada importa el color. Es tiempo de lágrimas doradas o rojas. Llanto por sangre propia; dolor en carne hermana. Al menos el mar es y será su consuelo cercano, su refugio, su morada. Ella, al menos lo ha logrado.. El tiempo de mi vendimia ignoro si será cercano al azul; a mi amado azul. Tan lejos de donde se malogran tristemente mis viñedos. Adel

Tarde de Septiembre

Va cayendo la tarde , calurosa y húmeda; el mar tranquilo, apaciguado después de una larga mañana de tormenta. El cielo parecía romperse, desgajado cual cortina de seda gris; oscuro y triste. Ahora brilla empeñado en lucir a pesar de las oscuras nubes que lo han mantenido oculto en un abrazo desde que apenas despertó al alba. Por la orilla del mar corretean unos niños jugado con sus perros; no queda nadie más en la playa en este Septiembre lánguido y hasta las gaviotas parecen negarse a planear como otras tardes en las que el sol era dueño y señor de este hermoso cielo