miércoles, 9 de noviembre de 2011

Las voces del silencio




Hoy me desperté algo mustia: este es el resultado. Al menos me sacudí la pereza.

Amanece un día gris, un día de esos que dejan el ánimo enredado en la melancolía. El otoño continúa avanzando despacio, despacio, hacia su desembocadura en el frío invierno que le espera agazapado y sin color. No me gusta el invierno. No me gusta sobre todo Diciembre y Enero. Demasiado alboroto,  demasiado ruído.

La verdad es que nunca me gustó ese tiempo ni siquiera cuando era pequeña. Me gustaría irme esos dias a ver el mar. En esos dias está solo, silencioso y calmado. Tal vez lo haga. Tal vez me escape y pase esos dias en la soledad de esa playa larga, extensa y plácida. El mar siempre me llama y quisiera estar a su lado y poder dar largos paseos, disfrutar de su silencio y sentir el sosiego que me inunda el alma. Escuchar las voces del silencio que me hablan, sentir las mil manos que me ofrecen siempre algo hermoso.

El mar siempre tiene una conversación intensa y silenciosa para la que no todos los oídos están preparados. El olor del mar, su rumor; el aroma de los pinos que se inclinan hasta tocar el agua... Todo tiene una magia que es difícil de explicar y muy fácil de disfrutar. Muy fácil para quienes amamos el mar y sus silencios. Silencios que a veces nos hablan y que hay que saber escuchar. No siempre la soledad es sinónimo de aislamiento; pero hay que saber escuchar, hay que saber descifrar los misterios que nos son revelados a través de la música que interpretan las olas al romper mansamente en la arena o con furia devastadora sobre las rocas.

Silencio del mar que nos habla. Silencio que me gusta escuchar en esas tardes plácidas y serenas cuando tan solo queda el rastro del sol que ya se hundió en el horizonte; esa huella que da paso a otro tiempo de silencio, de calma y de sueños que tal vez algún dia puedan ser posibles y verse realizados.


Adel

3 comentarios:

  1. El mar es siempre amigo y compañero... y lo que es mejor: nunca nos falla, ni aún cuando el resto del mundo sale corriendo hacia no se sabe dónde. Sólo hay que saber escucharle, aunque no siempre ocurre porque el ser humano, en su torpeza, se llena de ruidos que nada tienen que ver con ese silencio del que hablas y que tanto necesitamos en ocasiones.

    Te lo dije: en prosa... lo bordas.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Es cierto que el mar nos llama y no menos lo es que el mar nos habla.
    Al menos yo sí hablo con él.

    Besos

    ResponderEliminar
  3. ¡Ay el mar! "otra vez el Mar" que decía Benedetti.
    Estoy de acuerdo contigo. Yo no sabría vivir sin él.
    Tu entrada me ha gustado especialmente por lo evocadora que es.
    Un abrazo

    ResponderEliminar