jueves, 18 de agosto de 2011

Queridos amigos...

Queridos amigos: voy a ausentarme unos dias. Por fin...  ¡¡voy al mar!! Procuraré entrar algún dia desde casa de mi hermana en Pollensa, Mallorca (que es quien me va a aguantar este tiempo) o desde algún cyber. Os deseo un feliz verano y os echaré de menos. Pero volveré; espero que con nuevas fuerzas para seguir compartiendo con vosotros palabras y sentimientos. Besos para todos.
      Adel

miércoles, 17 de agosto de 2011

No pudo ser...




No pudo ser. Dejaste que la niebla
cubriera nuestros sueños.
Callaron las aves. Se durmió el silencio.
Ese silencio en el que tú y yo
alimentábamos sueños y dejábamos
que creciera, poco a poco, el deseo.
Pero, la niebla se ha hecho perenne,
permanece pegada al suelo,
crece y se extiende como hiedra
cubriendo nuestra piel, llevándose
cada día un poco más el sabor que
permanecía guardado en el recuerdo.

No pudo ser.
¡Qué poco duran las cosas hermosas!
Las vemos crecer y, apenas disfrutamos
unos instantes su presencia...
ya comienza su luz a decaer.
Como una tarde anticipada del invierno
cuando aún perdura la fragancia
de la suave luz del amanecer.
Como el leve suspiro después de haberse amado...
así se muere, a veces,
el instante mágico del placer.

De entre esa niebla surge
la melancolía que me envuelve toda.
Cierro los ojos para poder
contemplarte por última vez.
Un paisaje de verdor
te acoje entre sus brazos
y se lleva tu imagen de mi memoria
a un mundo de recuerdos en el que,
con mimo y con ternura, dejaré que repose,
por si algún día la niebla se disipa
y te veo, sonriente, aparecer.

Adel

La única Luna





Mi habitación, a oscuras.
La noche, caminando
por el silencioso valle de las horas dormidas.

El cielo,
con su manto salpicado de estrellas
y una corte solemne de nubes blanquecinas.

Y...frente a mi ventana,
con un halo de luz coronándola entera,
la Reina de la Noche,
la Diosa del Amor...
la hermosa Luna Llena.

Contemplo su sonrisa
sabedora de sueños y deseos,
mientras...en otras noches,
millares y millares de ojos,
la contemplan con la misma adoración
que  los míos la miran.

Y ella se desdobla,
se convierte en millares y millares de lunas...
como un espejo hecho añicos
que refleja...en cada trozo...su figura.

Pero, esta noche,
la Luna...
es única en mi noche...
es única en mis sueños,
es...en mi alma...
ÚNICA.

Adel

lunes, 15 de agosto de 2011

Esa lágrima...




En la noche silenciosa y triste
van pasando de puntillas
los recuerdos
y ni siquiera se escucha el sonido
de esa lágrima
que, solitaria, cae.
Pero el alma escucha su caída
y queda impresa en élla...
y dolorida...

Adel

Desierto azul...





Soledad inmensa. Mi amante ideal.
Azul infinito que me robas la calma...
y me la das...
Esa calma que busco en tí.
Esa paz con la que inundas mi alma.

Desierto sin límites. Sin orillas.
Vida dentro de la vida en la que nadie
puede entrar, porque la pierde.
Misterio.
Misterio azul. Azul y verde.

Escucho tu voz y tus silencios.
Escucho tu grito y tu rumor.
Inmensas dunas azules recorren
tu horizonte eterno. Siempre vivo.

Siempre en movimiento.
Aún cuando la calma se pose
en tus praderas y la suave luz del
alba, ponga plata en tu piel.

Meces mis sueños como mece
una madre la cuna. Me sostienes
en tus brazos y puedo
abandonarme en tí para soñar.

Llévame, por favor, a esa playa
de mundos infinitos y lejanos
donde poder encontrar mi sendero.
Donde poder quedarme a descansar.

Arrópame cada noche con tu manto de estrellas.
Estrellas en tu cielo.
Estrellas en tí. Mar.
Hogar que me espera con las puertas abiertas.
Hogar que me llama y al que quiero llegar.

En una noche de luna y en tu piel...su reflejo.
Y, en su luz, esa vela que me lleve muy lejos.
En tu barca formada de tu espuma y tu sal.

Adel

sábado, 13 de agosto de 2011

Sólo una imagen...



Siempre una imagen en mi mente.
Constante...como grabada a fuego.
Acompañándome en mis dias tristes,
en los alegres;
en cada uno de mis momentos...
en mis sueños.

Es, una parte de mí.
Un pensamiento mas...
como un deseo que, el tiempo,
dejó olvidado, antes de alejarse
hacia ese espacio oscuro
del pasado.

Voy ahora en el tren...
adormecida
y, esa imagen viaja también
conmigo.
Se recuesta en mi hombro
y yo...sonrío.
Sé que es donde mejor se encuentra,
así...como vencida,
como queriendo pedir caricias.

Yo, se las doy.
Paso mi brazo para acercarla,
aún más a mí.
Para que no escape jamás.
Para que no se aleje.
Mecidas por el suave balanceo
permanecemos unidas y en silencio.
Para siempre.

El sol, nos acaricia con sus rayos.
Y el dulce sopor que nos envuelve
nos funde, como siempre, en esa unión
de almas y de cuerpos.
En esa melancolía suave
que, a mi alma llega
cuando se recuesta en ella...
tu recuerdo.

Adel

Oasis...





Recuerdo vagamente aquel frondoso oasis
y tus ropas azules como el añil del mar.
El sol, en el desierto, calcinaba los huesos
y se hundía en la arena. Lava ardiente y mortal.

En tus ojos, la noche se miraba, curiosa...
asombrada de ver su negrura brillar.
Y, en los míos, tus ojos encendían la llama
que dio luz a la noche con su dulce mirar.

Dulce, como tus labios, dos dátiles jugosos
que, fueron mi alimento, mi energía, mi paz...
Néctar que, me ha llevado en este largo viaje
a través de la inmensa y eterna soledad.

Y, tan sólo la noche, tachonada de estrellas
o el mar, con su profunda y extensa inmensidad,
se asemeja al desierto donde encontré en tus
manos...tus ojos y tus labios...mi oasis de verdad...

Adel

viernes, 12 de agosto de 2011

Indomables



Deseo intenso
que el corazón invade.
Que traspasa la frontera
del Universo entero.
Ganas de abandonar...
De abandonarme
a los espacios oscuros
donde el aire
no me traiga el lamento
de tu alma...
porque...¡ni exista el aire!

Navegar
por los mares de tu ausencia.
En las profundas aguas
de mi memoria...
¡amarte!
Enredarme
entre tus algas...
En las crines
de caballos de mar.

Y allí...quedarme.
Bien sujeta
a las riendas del deseo.
Cabalgar
junto a tí.
Tú...cabalgarme.
Galopar
a tu grupa.
Desbocados.

Fuego en el corazón.

TÚ y YO...
¡¡Indomables!!


Adel

jueves, 11 de agosto de 2011

Manos...



Las contemplaba fijamente, como hipnotizada, desde que se sentó en esa terracita silenciosa y tranquila del paseo marítimo.
Había caminado largo rato por la orilla del mar, hundiendo sus pies en la arena, cálida aún, a pesar de que el sol ya había desaparecido, ocultado por esa montaña cercana cubierta de pinos que dejaba la playa desierta y preparada para un tranquilo y relajante paseo.
Ahora, descansaba, contemplando el ir y venir de la gente, de parejas sobre todo cogidas de la mano.

De la mano...¡ah, las manos! Eso era lo que había llamado tanto su atención y que la mantenía atrapada contemplándolas casi con arrobo.
Era una de las cosas que más le atraía de algunos hombres, y éste las tenía bonitas, cuidadas, con largos y finos dedos.
Y, recordó aquellas manos tan amadas. Grandes... suaves... hechas para acariciar, entre las que le gustaba perder las suyas...pequeñitas.
Se reían comparándolas; juntaban sus palmas y él, tan tierno y poético, dijo aquello que tanto le gustó y que tanto le dolía hoy recordar:

-Mira...la tuya tan blanca y pequeña, parece una perla dentro de una ostra.-
Y aprisionaba sus manos entre las suyas tan morenas.
Pero, jamás tendrían la rugosidad de una ostra, porque sus manos eran suaves como la brisa...como esta brisa que se siente junto al mar.

-Cuando pasees junto al mar -le decía- y sientas que el aire acaricia tu cara, que despeina tus cabellos...cierra los ojos porque soy yo quien lo hace. Siempre...siempre, me sentirás a tu lado cuando estés cerca del mar.
Mientras existan el aire y el mar...jamás, jamás, te sentirás sola.
Y así es. Hace mucho tiempo que él dijo esas palabras...que las escribió...
Ahora, tal vez estas manos que ella contempla y que le han traído estos recuerdos, estén diciendo algo parecido mientras escribe, pensativo y algo triste, sin imaginar siquiera todo el revuelo de sentimientos y recuerdos que ha ocasionado en ese corazón que, a unos metros, late aún lleno de amor.

Él, de pronto, deja de escribir y levanta la vista del papel, como si algo llamara su atención. Se vuelve instintivamente y se quedan durante unos
segundos mirándose , con los ojos fijos.
¿Adivinando? ¿Compartiendo?
Ella se levanta, sonríe; él contesta a su sonrisa. No es que se conozcan, es...un saludo, quizás de
complicidad. Ella levanta la mano y hace un gesto amigable de despedida. Él también.

Y así se quedan las manos, durante un instante. Como palomas intentando volar o como gaviotas que, a esta hora de la tarde, inician con sus vuelos, el ritual diario de amarse junto al mar.


Adel

Sin A...



Se encontró, de repente, en medio de un torbellino de gente
y el miedo surgió de pronto y se pegó como un sello en su cerebro.

Descendió presuroso por el húmedo y lóbrego túnel y se ocultó en un diminuto escondrijo en el que su pequeño cuerpecillo se llenó en un momento de bichos horribles que le hicieron gemir de terror.

Se quedo inmóvil, temeroso de que esos energúmenos pudiesen verle u oirle y siguiesen con sus frenéticos e incomprensibles modos de decirle que se fuese bien lejos de sus dominios en los que se metió sin querer.

Ignoró el momento en que ese terrible episodio comenzó pero...no tuvo conocimiento del error y ese fue el principio del fin....de su fin.

Adel

martes, 9 de agosto de 2011

Besos perdidos


 



Cuesta a veces contenerse y no decir las cosas que se piensan o que se sienten en el momento "ese" en que desearías estallar. Cuesta y mucho no decir a alguien que se está equivocando de medio a medio y que el enemigo -o enemiga- no es quien está intentando interesarse por ese alguien.

Pero....a veces , tan solo a veces se nos escapa un suspiro inaudible y un "vale, vale, ya no digo nada más" y volvemos a seguir caminando por una vereda que nadie sabe a dónde llega o cual es su salida....si es que la tiene.

No importa; en esos momentos ya nada importa. En esos momentos sólo queda el resignarse, como la mayoría de las veces anteriores, y continuar como si nada nos hubiera alterado. Tampoco importa demasiado si lo dejamos pasar por alto en el acontecer del tiempo. Nada ha ocurrido en el universo en esos instantes, entonces...¿por qué alterarse? ¿por qué sentir esa desazón interior que nos encoge el alma?

Lo único posible y la mejor decisión es echar un beso al aire por si ese alguien quiere recogerlo o, incluso, por si prefiere dejarlo pasar de largo y el beso se pierde entre la bruma de un amanecer cualquiera.

Hay, seguro que los hay, demasiados besos vagando entre las sombras de la noche y la bruma del amanecer, perdidos y huérfanos porque así lo han decidido ellos mismos. ¡Qué importa! Algunas personas ya nos vamos acostumbrando a dejar demasiados besos perdidos así....

Tampoco parece importar demasiado....


Adel

domingo, 7 de agosto de 2011

Hoy, pensando en ti...



Hoy,al despertarme,
he dejado tu ausencia en mi almohada.
He abierto de par en par la ventana,
para que las sombras se las lleve
el alba y sólo me quede de ella su luz.

Hoy, he secado de llanto mi lecho,
he prendido una flor en mi pecho
y he pedido que el dia se pase deprisa.
Que tan sólo me quede la imagen
de tus ojos besando mis ojos;
de tu dulce y hermosa sonrisa
porque mi dia y mi luz eres tú.

Hoy, espero, llegar a la noche
con algo más que un suspiro en el alma
y un par de latidos en el corazón.
Hoy, espero, poder dedicarte mi calma,
mis ansias intáctas, y tantas caricias
y besos que te hagan decir...

¡Quédate para siempre, mi amor!
¡No te vayas! No permitas jamás
que alcance la noche desnuda mi alma
y el cuerpo tan lleno de ausencias,
que tenga que irme llorando a la cama
y pedir a la luna, que cubra, piadosa,
de luz y de besos mi cuerpo sin tí.

Hoy, al despertarme,
he salido a por flores,
bañadas aún con el llanto del alba
y aquí, las conservo,
para deshojarlas en cuanto
esta noche, llegues junto a mí.

Adel

sábado, 6 de agosto de 2011

La niña y la montaña





Recogió los suspiros que en la noche se le habían caído del alma,
añadió a su equipaje un par de miradas al vacío y se perdió
en un amanecer aún lejano, mezclándose en la absoluta nada.
Caminó hacia el este, allá por donde el Sol es recibido
por la Aurora con una alfombra blanca para que ponga sus pies
en suelo virgen, para que cada día nazca puro y sin mancha.

Fue dejando caer gotas de amor a su paso, lo mismo que hace
el rocío en la mañana al besar las flores y los campos.
Esa era la forma en que su amor besaba. Dejando huellas
que formaban primaveras de colores, haciendo
que brotaran guirnaldas de amor con sus palabras.

Pero hoy, su alma ya se despertó cansada, sin ganas de seguir
sintiendo nada. Quiso alejarse de la noche y sus vigilias, buscar
otro horizonte arriba en las montañas, quedarse a solas,
con todo bajo sus pies...pero sin nada.
Se sentó junto a un árbol solitario que había nacido sin saber
de dónde ni de quien... lo mismo que ella. En su rugoso tronco
recostó su espalda; se dejó llevar a otro Universo, donde nada
duele, donde no importan los desdenes, donde no hay lágrimas.

Abajo, en la pradera, quedó desperdigada la esperanza; rota,
sin posible futuro, envuelta en una espesa niebla, escondida
sin que nadie pudiera ya alcanzarla ni dañarla.
Desde la cumbre se divisaba el Mar. Hasta allí llegaba su influjo
y su llamada, pero...cerró sus oídos a esas voces y con el tiempo
se fue deshaciendo de sí misma, hundiendo su alma en la montaña,
alimentando al árbol solitario que tanta soledad le arrebataba.

Dicen que alguien subió un día hasta la cima. El árbol solitario
daba sombra a una pequeña flor que a su firme tronco se aferraba.
A su lado, una estrella de mar, diminuta también como la flor que,
algunas noches brillaba con un intenso fulgor de plata.

Y nada más. Sólo la Noche en calma, el Mar, la flor, la estrella diminuta
y el Sol...conocían y guardaban el secreto de la niña y la montaña.

Adel

jueves, 4 de agosto de 2011

El ruido de las cosas...




Es, en el profundo silencio de la noche
cuando mejor se escucha el ruido de las cosas.
De esas cosas que, a veces, ni tienen forma
siquiera, pero se oye su ruido entre las sombras.

Son ruidos estridentes, que algunas veces asustan;
que inquietan, que acobardan, y otras,
que se escuchan como un trueno apagado.
Y se va haciendo sonido su memoria.

Amanece, al fin; la luz nueva renace; y esas cosas
van contigo allá a donde tú vayas, dejando
en el aire su sonido hecho lamento, confundido
con el lamento diferente de otras cosas.

Comienza ya a declinar la tarde, envuelta
en tonos grises, azules, amarillos, rosas...
El silencio, que pretende aproximarse, no llega.
Algo le impide su marcha venturosa.

Ruido, estruendo de cuchillos; pretendidos silencios
que retumban como bombas. La noche avanza
con su carga explosiva. De nada sirve huir.
Llega cierta e inminente la derrota.

¡No!, ¡eso nunca! Podemos abrir las manos
vacías de cuchillos y rencores. Llenas de amor
y perdón. Siempre podemos convertir en melodía
...ese ruido cruel e infernal de algunas cosas.


Adel

Esa extraña certeza...












Acudió a mi encuentro sin buscarla.
Ni tan siquiera fue una cita a ciegas.
La encontré de pronto una mañana
apoyada en el quicio de mi puerta.

Me acompañó ya en toda la jornada, viajó conmigo,
se sentó a mi mesa.
Compartió la tibieza de mis sábanas, durmió a mi lado
y durante el sueño se mezcló en mi sangre
por aquella herida abierta que dejaba a la intemperie
la dura soledad de tanta ausencia.

No fue necesario preguntar nada.
La noche le dio todas las respuestas. Se hizo dueña
de mi piel y cerró esa herida que permanecía abierta.

La certeza es así.

Te sorprende a través de una mirada; de una voz de seda
que, aunque lejana, cualquier sueño dormido te despierta.
Reconoce la intensidad de ese suspiro; de esa leve caricia
que trae la brisa desde una mañana incierta.

La certeza sabe de silencios que retumban
en la noche con ruidos de tormenta.
Sabe de llantos que inundan a su paso caminos y veredas.
Sabe de sueños asfixiados
por el humo sin llama de una hoguera.

Sabe, también, de renuncias,
aún cuando se muestra tan real y cierta su presencia.
En esa renuncia, se esconde entre visillos.
Ama desde lejos, guarda silencio, observa.

Se refugia en las sombras de la noche y,
alimentándose tan sólo de sueños...
se va consumiendo despacio, como la luz de una vela.

Pero...la certeza de amar, jamás se extingue.
Nadie sabe -ni siquiera el corazón-
si es premio o es castigo su existencia.


Adel





miércoles, 3 de agosto de 2011

La noche y su magia


Resulta fascinante encontrar la magia y el misterio de la Noche; saber atrapar su sentido, dejarse envolver en su misterio.
El Dia nos llena de sensaciones, de imágenes, de sonidos...
Va colmando nuestro ser y todo queda atrapado en nuestra memoria y en nuestro corazón.

Y...cuando llega la Noche, es el momento de colocar cada imágen, cada sonido, cada sensación, en el lugar que le corresponde.
Es, la hora del recuento. El momento adecuado para pasarlo todo por el cedazo de la memoria y poder elegir o eliminar.
Ha llegado la Noche. El silencio es grato y acogedor. Invita al descanso pero también a la reflexión.

No siempre podemos eliminar lo que nos duele, nos agobia, nos molesta.
No siempre se puede borrar lo acaecido durante el dia. A veces, queda impreso en nuestro corazón con demasiada fuerza e intensidad y es imposible eliminarlo....aunque nos duele.
Los sentimientos adquieren demasiada intensidad en esas horas de oscuridad y de silencio.

Cualquier sentimiento se percibe con más fuerza y resulta imposible abstraerse a sus efectos. Lo mismo los positivos que los negativos.
Un detalle...una llamada...unas palabras...
La alegría, el agradecimiento, la emoción; lo sientes tanto que casi puedes palparlos aunque la persona se encuentre a miles de kilómetros.
Lo mismo ocurre con el desprecio, la ingratitud o el rechazo. Duelen tanto que quisieras que la noche te envolviese en sus sombras y te llevase lejos, donde ni siquiera el aire rozara la piel de tu alma lacerada por el dolor.

Pero...toda Noche dispone de su Aurora. Nada es eterno y, a cada noche le sucede un nuevo día. Siempre.
Aunque algunas personas se empecinen en vivir una Noche eterna, el Sol nace todos los dias para llevarse esas sombras y llenarnos de vida.

Tenemos que abrir los ojos del alma al despertar, al Sol, a la luz, a la alegría.
Estamos obligados a ello. No podemos ni debemos rechazar esa bendición que llega a nosotros cada amanecer.
Dejemos a la Noche con su misión de concedernos el descanso, de renovar nuestros cuerpos fatigados, de regalarnos sueños...
Atrapemos sólo su magia, su misterio, como un regalo más que nos concede la vida.

Y...vivamos. E intentemos ser felices despertando cada mañana con una nueva sonrisa de gratitud porque ya se retiró la Noche y disponemos de un nuevo Dia para disfrutar, sentir...y amar.

Adel

lunes, 1 de agosto de 2011

Te pedí que te fueras...



Te pedí que te fueras una noche en
que la Luna estaba ausente de mi cielo.
Te rogué que te llevaras mi corazón contigo
para dejar mi cuerpo vacío de recuerdos.
Pero...no hiciste caso a mis palabras, a mis ruegos
y tan sólo te alejaste hasta la orilla de ese mar
donde, al caer la tarde, siempre te encuentro.

Mezclado entre la arena tibia y blanca,
en la suave y cálida espuma de las olas.
En las algas que mi piel acarician al bañarme,
en el sonido triste de una caracola.
Te encuentro en la brisa que roza mi rostro
con ternura, o que alegre, alborota mi pelo.
En la sal que se pega a mi piel como un beso.
En el olor a mar, en el azul del cielo.

Te pedí que te fueras...y no lo has hecho.
Y vuelves cada noche con el corazón repleto
de recuerdos. Y el mío...entre tus manos
se asemeja a una rosa de pétalos abiertos.
Te pedí que te fueras...pero era mentira.
Porque te sigo llamando con mi alma,
con mi cuerpo cargado de deseos,
con mi boca sedienta de tus besos.

Con ese corazón que te llevaste
hasta la orilla del mar y no más lejos.
Y que me lo devuelves cada noche
más lleno de amor, aún más vivo
y rebosante y lleno de recuerdos.

Adel

Gotas...




...que caen rompiedo la calma del agua, haciéndose círculos en busca de tus orillas y deformando durante un instante, la inmensa quietud del universo en movimiento.

Quiero ser esa gota que resbala dulcemente por tu piel desnuda en busca de tu universo y perderme en su quietud...en su inmesa y plácida quietud...

Adel