miércoles, 7 de septiembre de 2011

Recordando...




Recorrí esta mañana (una de esas mañanas de mis vacaciones en Mallorca) las calles casi vacías del antiguo barrio de mi niñez. Silencio y abandono. Eso es lo que encontraba a cada paso, en cada esquina, en el parque, en los portales cerrados.
Huyeron las risas, las canciones, los juegos...¿hacia dónde huyeron? Ya, nada se asemeja a aquel barrio en el que fui casi feliz cada día; cada tarde, en el pequeño parque; cada noche, asomada a la ventana contemplando las luces del puerto, allá lejos y ese trozo de mar de la hermosa bahía que, entre las callejas y sobre los tejados de las casas más bajas llegaba hasta mí.

En las noches de intenso silencio, podía escuchar su rumor, su llamada al golpear las olas con fuerza contra las rocas...¿o acaso era tan sólo un sueño, una ilusión?
Muchas veces, dejaba los juegos del parque y caminaba deprisa, casi corría a su encuentro. Me sentaba en una roca con el corazón latiendo aceleradamente, temiendo que advirtieran mi escapada, pues ya sabía lo que me esperaba a la vuelta.

Pero...merecía la pena ese "pequeño" dolor ante la alegría de haber podido estar unos minutos a su lado.
¡Ahhh, el mar... Entonces si que escuchaba bien sus palabras! Veía a las olas ir y venir trayéndome noticias, contándome secretos o fantásticos cuentos con los que hacerme feliz. Se interrumpían unas a otras queriendo ser las primeras en llegar; a veces, me enviaban besos de espuma y otras veces me decían: ¡Vete ya, niña! Que es tarde y ya te estarán buscando por el parque. ¡Vete ya! pero vuelve mañana. Vuelve siempre, niña, que aún nos quedan muchas historias y cuentos que contarte.

Esta mañana, después de recorrer las callejas de mi antiguo barrio -ahora silencioso y casi abandonado- he llegado de nuevo hasta la orilla del mar...de "mi" mar.
Algunas olas me han reconocido y me han saludado llenas de contento. Han salpicado mis pies y me he dejado llenar de besos de espuma. Saben que ya, no tendré que salir corriendo para evitar el castigo. Ahora, soy dueña de mi tiempo -bueno, casi- y me quedaré con ellas todo el tiempo que quiera para seguir escuchando sus historias, sus relatos mágicos; para hacerlas compañía y sentirme acompañada, casi feliz...hasta que ella mismas me digan: ¡Ven, niña, ven al mar! Ven... que ya tienes un lugar entre nosotras. Ven, que ahora, ya puedes tú contarnos historias que luego, nosotras, podamos volver a contar....

Adel

4 comentarios:

  1. Uy tienes mucha razón anda que no ha cambiado Mallorca.... te digo que soy de allí y si te digo que mi barrio era todo campo y apenas habia casas y se veia el mar desde mi casa, pero ya està todo construido, creo que me cambiaron la Isla ....sniff sniff

    Besos

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  2. Es hermoso y doloroso volver al lugar donde vivimos la infancia, y también tiene algo de magia pura. ¿No te parece que quizá por allí pasee el fantasma de aquella niña que fuiste? Yo tengo siempre esa extraña impresión cuando vuelvo a mi Niebla, y el río Tinto me hace sentir como a ti ese mar de Mallorca.Esos lugares en los que soñamos nos recuerdan, nos acogen, parece que nos amen, ¿verdad? Quién sabe...
    Mil besitos, Adel, aún no he leído el resto de tus entradas pero al menos ya puedo empezar a comentarte, qué bien.

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  3. Donde viviste siempre quedan esos bonitos recuerdos que de vez en cuando soñamos.
    hace unos años fui a Ibiza, espero alguna
    vez visitar Mallorca.
    un abrazo.

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  4. La melancolía...! Es un dolor bello no? La mezcla del recuerdo con lo que ya no es pero fue...

    Me hiciste pensar en los lindos recuerdos de mi infancia.

    A penas me fui de vacaciones, pero extrañé tanto las calles estas de donde siempre he vivido.

    Te leo Adel, un saludo!

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