domingo, 9 de octubre de 2011
Melodía del agua
El calor era sofocante. A través del amplio ventanal llegaba la noche envuelta en oleadas de espeso silencio apenas interrumpido por el lejano motor de un coche que rompía, durante unos segundos, su monotonía.
La quietud era casi exasperante y, ni siquiera el perro tenía fuerzas para ladrarle esa noche a la Luna, ni se impacientaba por el contínuo tintinear de los cencerros de las ovejas que, noche tras noche, le robaban el sueño con su contínuo deambular por el extenso prado.
De pronto, cuando ya había conseguido abandonarme al sueño, me despertó el primer resplandor de un amanecer inquieto (eso pensaba yo) seguido del sonido de una suave melodía.
Sonreí agradecida y dejé que esas notas me inundaran con su frescor.
El aire respiraba también y dejaba libre un aroma nuevo convirtiendo el momento en algo mágico y casi sublime. Las suaves notas dibujaban un paisaje multicolor repicando sobre las hojas del naranjo, en las sedientas y carnosas hojas del áloe, sobre cada flor del jardín, formando una bella melodía.
Bendita lluvia que, con su música, hacía posible que esos momentos resultaran inolvidables después de la intensa noche de calor.
Un trueno lejano se unió a la orquesta y fue aumentando la intensidad del concierto.
Flautas, violines, piano, timbales...
La Vida renacía de nuevo. Allegro...molto vivace....
Sonidos in crescendo como preludio a la aparición del Sol tras esa montaña en cuya cima el pequeño Monasterio apenas era visible entre la cascada y el clamor del agua....de la música.
Melodía del agua. Canto que refresca y apacigua. Vida que renace con nuevo brillo, con más ímpetu.
El cielo parece romperse en una apoteosis final, en una orgía de sonidos y sensaciones en la que cada instrumento da lo máximo de sí antes del acorde final.
Después...la calma, el sosiego. El olor a tiera mojada, a hierba, a flores, a campo bendecido por la Sinfonía de la Vida.
Agua de lluvia y su melodía. Aún quedan pequeñas gotas que se resisten a abandonar y van cayendo, dulcemente vencidas, resbalando entre las hojas, impregnando la tierra.
Con ese aroma y ese sonido me adormezco nuevamente. Arriba, en la montaña, sobre los tejados brillantes del Monasterio, comienza a reflejarse una luz anaranjada. Es el Sol que intenta abrirse paso, un día más, para disfrutar de la Vida.
Y yo, disfruto de estas sensaciones vividas.
Y me gusta compartirlas.
Adel
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Precioso texto Adel y maravilloso disfrute de la naturaleza y vida.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y gracias por compartir
Es espléndida tu descripción, te hace sentir cada momento de ese hermoso amanecer tras la calurosa noche, y bendecir al sol que nos besa cada mañana.
ResponderEliminarMuchísimos besos.
Mari Carmen, Jana......muchas gracias por vuestras palabras. La verdad es que cuando vivo esos momentos me gustaría que todo el mundo los disfrutara igual que yo.
ResponderEliminarBesitos
Adel