Cuando la Luna está triste
huye al desierto.
Deja su sonrisa enredada
en las hojas de algún sauce
o la sumerge en el mar.
Cuando la Luna está triste...
se va al desierto a llorar.
A dejarse el alma rota
en esa seca soledad
donde parece que todas las Nadas
salen de pronto a reinar.
Pero...nunca está sola la Luna.
Siguen su vuelo mil ojos
ocultos bajo la arena,
escondidos tras las dunas
vigilando su tristeza;
ofreciéndole una rosa
hecha de roca y cristal
para disipar su pena.
La tristeza de la Luna
se refleja en el desierto
convertida en soledad.
Un mar inmenso de arena
guarda celosamente el secreto;
Sólo el viento del silencio lo comparte
grano a grano...gota a gota...
con su hermano, el otro mar.
Risa y llanto de la luna.
Alegría y dolor.
Dos mares son su consuelo:
Mar Desierto...arenas de silencio.
Mar azul...aguas de amor.
Qué belleza... la luna triste dejando sus penas en la arena para que cristalicen en la misteriosa y bella rosa y tu rescatando este secreto en versos llenos de sensibilidad.
ResponderEliminarAbrazos
Adoro tus poemas a la Luna, Adel. Y me encanta que nunca esté sola, que se lo digas. Y esa bellísima rosa de roca y cristal... Todo, cada verso de tu poema es fascinante.
ResponderEliminarMil besos.